lunes, abril 25, 2005

Kiki-édito: Benedetto XVI

En este mundo que nos ha tocado vivir, cada vez más acelerado (no en vano se evoca la muerte de las distancias) y homogéneo (característica ineludible de la Globalización), se agradece que al menos la Iglesia siga siendo fiel a sí misma. Si el antiguo cardenal Ratzinger se ganó a los fieles durante las ceremonias pro eligendo Pontifice con una dura crítica al relativismo que asola el inicio del siglo XXI; ayer Benedicto XVI embelesó a un público todavía más amplio al proclamar públicamente que su programa como Papa no responde a ideas personales. Criticado por la prensa con adjetivos como conservador, inflexible o guardián de los valores arcaicos; Benedicto XVI no debería confundirse con el purpurado Ratzinger. Tal identificación es tan imposible como indeseable. Las licencias que se permitió durante el papado de Juan Pablo II se ven ahora restringidas por la categoría del cargo que ha sido llamado a ostentar; y a pesar de que, en el fondo, siga siendo uno de los intelectuales más lúcidos de Europa la gravedad de su misión le exige una adaptación en las formas.
El acierto de la Iglesia no reside tanto en haber elegido una línea continuista respecto del anterior papado como en haber designado para la función pontificia a un humanista. Porque se puede estar o no de acuerdo con lo manifestado por Benedicto XVI, pero lo que nadie puede negar es la autoritas que emana de cada uno de sus razonamientos. El primer Papa bávaro de la Historia no habla sino haciendo referencia a doctrinas, corrientes de pensamiento e incluso modas pasajeras. Por ello, en este mundo donde todo fluye y nada permanece resulta un alivio que la Iglesia católica haya designado como cabeza visible a un hombre cultivado, consciente de su tiempo y de nuestra herencia histórica. Sólo desde tal perspectiva se pueden emitir juicios imperecederos, aunque sea en esta postmodernidad caótica; donde lo mediático prima sobre lo literario, lo cuantitativo sobre lo cualitativo y lo fragmentario sobre lo unitario. No es ésta una época clásica; tal vez por ello hoy se haga más necesario que nunca el criterio de un sabio como Benedicto. ¡Bienvenido, pues!

jueves, abril 21, 2005

Psicoanálisis

-Pues sí, doctor. La génesis de mis masturbaciones suele responder a patrones más o menos codificados -.El doctor Tapia frunció el ceño y escrutó a Kiki extrañado -.Ya sabe, de repente me quema un deseo irrefrenable o bien decido elegir un momento preciso. Entonces comienzo a acariciarme por todo el cuerpo; especialmente desde los senos a las ingles -.El doctor tosió discretamente, Kiki se giró en el diván y lo miró -.Pero lo que me aturde no es la práctica en sí sino el éxtasis.
-Explíquese, por favor.
-Verá, justo en el momento del orgasmo... Bueno, durante las últimas milésimas de segundo, me invade una súbita y efímera lucidez en la que comprendo ciertas cosas a cerca de mis relaciones interpersonales y de mis amantes. Por ejemplo, si durante la fase de excitación he pensado en una persona en concreto al final me da la sensación de captar su esencia: narcisista, orgullosa, generosa o egoísta... entre otras muchas posibilidades.
-Bien, señorita, le diré lo que pienso. Usted dice que después de un orgasmo engendrado en soledad...
-En estricta soledad no, doctor. Para mí estar conmigo misma cuando lo elijo es estar en grata compañía.
-De acuerdo. Me dice usted que después de masturbarse comprende "cosas" a cerca de sus relaciones o de sus parejas.
-¡Eso es! Es como si viese claro ciertos aspectos. Ya sabe, vagas impresiones...
-Bien. Señorita Demont, le hablaré con sinceridad. Usted lo que necesita no es un psicoanalista sino un especialista en sucesos paranormales. Así que olvidémonos de esto ¡y follemos de una vez!

miércoles, abril 20, 2005

Baby one more time

Hay hombres que navegan con una mano en el ratón y otra en la polla. La corrección política me obliga a admitir que, igualmente, hay mujeres que lo hacen con un dedo en el "mouse" y otro en el chocho. Leer historias guarras puede estimular la mente e incluso desencadenar orgasmos planificados. ¿Quién no ha deseado nunca llegar a casa sólo para masturbarse frente al espejo y mandar al mundo al carajo? ¿Quién no le ha propuesto a su pareja follar mientras ven una peli porno? ¿Quién no ha leído para ambos un párrafo de La Sonrisa Vertical mientras le penetraban?
Te lo digo yo, quién. Peña sin creatividad y con inhibiciones. Peña aburrida y desapasionada de su propio cuerpo. Gente a la que yo no puedo comprender. Ni quiero comprender. Creo en las cosas que elijo y, por ende, en las cosas que hago. Por eso hay días en los miro fijamente a mi amante y le pido en voz alta que me haga el amor una vez más.

martes, abril 19, 2005

Peroni e taralli

La excusa era un día de mar cualquiera. Me llevó en su Fiat mientras escuchábamos la Kiss Kiss Napoli. La playa estaba cerca de Sorrento y era de arena negruzca. A pesar de que el cielo estaba encapotado, el bochorno no dejaba casi respirar y el vestido se me adhería al cuerpo como si se tratara de una malla hermética. A nada que te movieras ya estabas sudando. Quizá por eso los mechones más próximos a la cara se me retorcían en caracoles. Decidí liberarme de la parte superior del bikini y lo deposité en la parte de atrás del coche. Mi acompañante me miró el escote. El vestido dibujaba la tensión de mis senos a causa del calor y, sin duda, debió de reparar en ello. Él sacó su cuaderno y comenzó a dibujar el horizonte, así que yo me encaminé hacia la orilla para probar el agua. Estaba buscando conchas cuando empezaron los primeros relámpagos. En un minuto se desató una tormenta fatal. Recogimos todos los bártulos rápidamente, aunque eso no impidió que llegáramos calados al coche. Una vez dentro ambos reparamos en que nuestra respiración era sugerentemente agitada. Fuera no dejaba de llover. Dulcemente, me pasó la mano por la cara hasta retirarme un mechón de pelo. Le dije que tenía hambre. Asintió con la mirada y extendió la mano hasta alcanzar la bolsa de papel que contenía "i taralli". Al igual que la cerveza, los habíamos comprado en el paseo marítimo. Era la primera vez que los probaba. Tenían un sabor entre salado y picante. Él me observaba comer y sonreía. Después de engullir casi todos, le pedí una Peroni que me bebí casi de un trago.
-Cosa facciamo? -Pregunté satisfecha. No hubo respuesta; se limitó a arrodillarse y a tantear el clítoris para lamérmelo. Pronto noté que me gustaba, así que me abandoné al placer olvidando todo lo demás. El vaho aumentaba la opacidad de los espejos y yo, despreocupada, dejé caer los párpados y me rendí a la pericia de mi amante.

lunes, abril 18, 2005

Para ti

Sin concesiones. Así me besó según entré por la puerta de su apartamento. Me abrazó por la cintura mientras me estrechaba hacia él. Dejé caer el bolso y pasé mi mano por su nuca para jugar con sus rizos. Hacía más de una semana que no nos veíamos (lo cual no siempre es garantía de pasión) pero aquella vez ni siquiera llegamos a la cama. Me bajé hasta la altura de su cintura y le desabroché el pantalón. La mera expectativa suele excitar, por lo que dejé claras mis intenciones. Tomé su polla y empecé a jugar con ella. Antes de comérsela pasé mi lengua por los cojones, hinchados a reventar. Estaba muy húmeda. Al fin me centré en el capullo: lo reverencié, lo mimé y me lo metí hasta la garganta. Su respiración era marcada, y eso me excitaba mucho (noté mi vagina lubricada). Le miré y vi que miraba al frente. Reparé en que a ambos lados del pasillo había espejos y pensé que mi amado tenía perversiones, justo como Kiki. Me levanté y apoyé mi cara contra la pared. Luego le invité a que me la metiera. Me gustó vernos desnudos, gozando como locos...

viernes, abril 15, 2005

Universo bus

Tengo la ligera impresión de que hoy no llegaré puntual al trabajo. Apuro el último trago de té, escruto de un vistazo las cintas amontonadas en la estantería y meto una en el bolso. Casi ninguna tiene etiqueta, por lo que estoy avocada a lo que el azar resuelva.
-"¿Y si los astros nos fuesen favorables?" -Me pregunto divertida [no obstante Borges es una constante en mi vida]. Dejo las cábalas, salgo de casa, bajo las escaleras y cruzo la calle. Veo que el bus está ahí así que emprendo una carrera incondicional hasta alcanzarlo. El autobusero es tan simpático que vuelve a abrir las puertas. Le respondo con una sonrisa benevolente y le doy los buenos días. No hay mucha gente y mi sitio favorito está libre, así que me acomodo, saco mi walkman y meto la cinta anónima. En fín, lo de "anónima" no es del todo cierto y me doy cuenta de ello nada más escuchar las primeras palabras de la canción. Esbozo una sonrisa al recordar a ese amante que a través del correo aéreo me hacía partícipe de su perseverancia como loco enamorado. Esa cinta había atraversado una parte del Mediterráneo. Como tantos otros dibujos, cartas, fotos, carteles de manifestaciones pro-izquierdistas, pósters de películas de la nouvelle vague... Por mis manos habían pasado un sin fin de paquetes verdes y azules de La Posta. ¿Dentro? Trazos que dibujaban mi boca de piñón, retratos inventados, poesías, sensaciones, expectativas, potencialidad y muchos, muchos nombres: Rifondazione Comunista, Bertinotti, Truffaut, Godard... Luego estaba la música. ¡Tanta música! La canción napolitana personificada en las voces de Teresa de Sia o Pino Daniele; el mejor Conte con toda su panafernalia teatrera; Vinicio Caposella; Battiato; Mina y otros que no sé cómo se llaman pero cuyas letras retengo de memoria.
Miro a través de la ventana. Es evidente que el mundo gira, pero yo estoy inmersa en un universo fantástico. Luego reparo en mi calidad de "anónima". Pienso que él estará quien sabe dónde haciendo quien sabe qué mientras yo escribo de él y, en cierta manera, para él. Me gustaría hablarle; parecía un chico sensible. Me viene a la mente el verso del poeta: "Se equivocan quienes excluyen al melancólico del lugar de la fiesta"*. Pongo el volumen al máximo. Es el único modo de erradicar la racionalidad que me hace sentir culpable.
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*Juan Antonio González Iglesias

jueves, abril 14, 2005

Monceau

Entre las múltiples virtudes con las que cuenta Kiki, está esa saludable confianza en sí misma. Gracias a ella y a sus ganas de patear la ciudad decidió renegar de los mapas y guiarse por su dudosa intuición. Bajó del bus en pleno arco del Triunfo y de desvió de la avenida des Champs Elysées tomando una calle empinada en la que hay unos cines. Subió la cuesta, cruzó unas calles y llegó a otra gran avenida que siguió, hasta que su sexto sentido le hizo seguir subiendo. Hacía una tarde buenísima y Kiki miraba con curiosidad todas las caras con las que se topaba. Ejecutivos colgados del móvil, mujeres inmigrantes con dos o tres niños rubios de la mano... Realmente estaba un poco perdida, aunque no quería preguntar dónde quedaba le Parc Monceau. Pasó pastelerias, tiendas de ultramarinos, negocios regentados por árabes hasta que se deseperó. Cada vez que se cruzaba con niños tenía la vaga esperanza de que Monceau estaría a cinco minutos. Decidió volver a cruzar. El semáforo estaba en rojo, así que se plantó ante el paso de peatones. Junto a ella estaba un hombre maduro con traje y corbata que no dejaba de mirarla. Kiki se hizo la loca y tiró para adelante una vez que el semáforo se puso en rojo para los vehículos. El hombre seguió sus pasos y la interpeló en un perfecto francés:
-Perdone, señorita. ¿Sabe usted dónde está el Parc Monceau?- Kiki se turbó. Era ella quien estaba buscando el dichoso parque e interpretó la pregunta del hombre como un ataque a su identidad de guiri perdida. Irritada, balbuceó hasta que consiguió articular palabra:
-Euh va... Non! J'suis desolée de ne pas pouvoir vous aider, monsieur- Pero el hombre no se dió por vencido. Fue entonces cuando le confesó que en realidad sabía dónde estaba Monceau pero que quería conocerla, quizás invitarla a una copa... A Kiki le sonó a cuento chino para llevársela a la cama. Sin embargo, no desaprovechó la ocasión de preguntarle a cerca de la ubicación de Monceau. El hombre se mostró diligente y le explicó dónde quedaba. Luego le preguntó que si le permitía acompañarla. Kiki lo miró incrédula. Por supuesto, le dijo que sí.

miércoles, abril 13, 2005

¿Qué será, será?

Varios asiduos a Kiki coinciden en destacar lo "bien" que está últimamente. Pozí, Manuer. Kiki está contenta porque vive en su mundo, que no es el mundo que rodea a todo el mundo sino el que se inventa para sí misma, lleno de música, sol, manzanas, bosques, calor y reencuentros. ¡No en vano es una princesita!
La cabeza de Kiki es un poco caótica y en ella resuenan frases lapidarias de poetas no consagrados, estribillos de canciones míticas, tardes en el Cracovia y proyectos futuros no muy rentables... Misteriosamente las movidas siniestras de Kiki (las penas) quedan neutralizadas por la luz solar; quizá por ello el verano sea su estación favorita, con los tintos de verano, las chanclas y las uñas de los pies pintadas. Luego está ese calor sofocante que la hace desvestirse. Porque hasta el pliego más ligero de ropa le molesta sobre la piel. Si por ella fuera caminaría con una sábana fina-fina y corta-corta. Eso es, como las romanas. Y si hablamos de enseñar, tendremos que especificar el qué. En efecto, a Kiki le gusta tener las cosas en su sitio. Por eso corre como una loca y le encanta llegar toda guarra y sudada a casa. Y le encanta darse crema y tocarse cada milímetro de piel, saber dónde se encuentra cada músculo, cada hueso. En suma, Kiki se cultiva. Por eso le resulta extraño que la gente se pregunte qué será lo que le pasa: ¿La quiniela?, ¿Cambio de trabajo?, ¿Un nuevo amor? ¡Pamplinas! ¿No puede ser simplemente que Kiki esté encantada de haberse conocido?

martes, abril 12, 2005

by Woody Allen

My brain, that's my second favourite organ

lunes, abril 11, 2005

Movidas de mi hermana

Nunca sabes lo que pueden depararte los astros. Hace días salí de casa apresuradamente con los apuntes de latín bajo el brazo. Subí al bus entre empujones y no sé cómo conseguí hacerme con un sitio justo en frente de un chica con pintas. Llevaba una camiseta rajada y dejaba a la vista un tirante fucsia medio roto. Unos señores mayores empezaron a increpar al conductor porque no había realizado una parada que habían solicitado. La chica y yo nos sonreímos, pero yo bajé de nuevo la mirada hacia mis apuntes buscando la cuarta declinación para repasarla. Sin embargo, pronto me di cuenta de que me faltaban hojas y de que tras la traducción del primer párrafo de "De Bello Gallico" había unas hojas sacadas de Internet. -Alguna movida de mi hermana-, pensé molesta. Miré a la chica. Tenía unas facciones bonitas. Hojee por encima el folio intruso: "Diario erótico postmoderno". El tráfico era denso y mi parada todavía quedaba lejos, de modo que me adentré en la lectura. Lo que leí me divirtió. La del tirante se debió de dar cuenta porque tras llegar a la última frase levanté la mirada y compartió mi enigmática sonrisa. Parecía simpática pero no tenía mucho tiempo para presentaciones. Mi parada se acercaba y no llegaría precisamente puntual a clase, así que escribí apresuradamente mi número de móvil en el margen superior de la hoja y se la di.
-A ver si te gusta-, le dije. Y bajé del bus. Contra todo pronóstico ayer me llamó. Es lo que tiene compartir relatos eróticos, que luego te vas de farra por la Latina y acabas comiéndote el morro en Lamiak mientras el Madrid golea al Barça.

viernes, abril 08, 2005

Desencuentros

Sucede a menudo. Te cruzas con un alguien en la calle. Tú lo miras. Él/Ella te mira. Él/Ella es bello y tú te sientes bello. Justo en el momento en el que vuestras trayectorias se cruzan [recuerda el problema de los trenes que convergen en un punto] él/ella te roza y tú hueles su olor [que no es sólo el de su perfume, sino el de su perfume en contacto con su piel]. Sigues tu camino. Él/Ella se vuelve mientras camina. Observa cómo tú sigues tu camino. Vuelve a girarse y mira al frente [avista nuevos encuentros]. Tú te vuelves mientras caminas. Observas cómo él/ella sigue su camino. Vuelves a girarte y miras al frente [en el horizonte, nuevos encuentros]. Ambos habeis pensado en el otro, ambos os habeis interesado, sólo que a deshora. La suerte es estar en el momento preciso en el lugar preciso. Pero eso no basta y Kiki lo sabe.

jueves, abril 07, 2005

Pasta y pornografía

De todos es sabido que Kiki no es italiana, aunque una vez se enamoró de un italiano y se fue a vivir con él a Nápoles. El calor que asola la ciudad en verano es sofocante. Aquel día a Kiki le dió por preparar pasta fresca. El vestido se le pegaba a los muslos cada vez que se inclinaba sobre la mesa para amasar la harina, el agua y la sal. Le gustaba hundir las manos en la mezcla sobre la pasta. A veces se pasaba el dorso de la mano por la frente para descansar un poco y al rato seguía de nuevo: adelante y atrás, manoseando la masa hasta transmitirle su propia temperatura. Los senos seguían el movimiento de los brazos y en el vaivén amenazaban con transgredir los pliegos del escote. Sofocada como estaba, ni siquiera se percató de que Renzo había entrado en casa. Silenciosamente se acercó hacia ella y la besó en la espalda. En un primer momento Kiki se asustó. Renzo siguió abrazándola por detrás. Entonces ella se subió la falda del vestido y le hizo acariciarle la vagina. Kiki se extendió sobre la mesa y sintió el frescor de la masa bajo sus senos, moldeándola según la fisionomía de sus volúmenes y la rigidez de los pezones. Deseándolo a él, y excitada, se bajó las bragas. Renzo respondió a la provocación con "grandeza". Y todo fueron trabajos, sudor y gemidos. Todo placer.

miércoles, abril 06, 2005

Milongas

En esta era mediática, Kiki no puede resistirse a darle caña a los creativos publicitarios. Y aunque es un anuncio de hace tres meses (vamos, del Triásico) merece ser comentado ¡tal es la mediocridad con la que aborda un texto clásico! El "advertisement" en cuestión es de Levis y en él un tío atraviesa el barrio bajo las increpancias de un grupo de macarras hasta que se encuentra en una esquina con la chica. Todos los personajes enfundados en unos vaqueros, todos morenitos y estupendos. El anuncio ganaría en eficacia si se proyectase en silencio, porque los versos traducidos de Shakespeare ("Sueño de una noche de verano", para más señas) que conforman el guión son simplemente ridículos en un contexto tan comercial.
Luego está el escenario cultural en el que se proyecta. Destinado a EE.UU. puede funcionar pero visto por un europeo es una experiencia más bien triste y paupérrima. [Y aquí aparece la Kiki prejuiciosa] Porque en la mente ingenua y perennemente pueril de un tío de California este spot puede ser considerado la quintaesencia del romanticismo (término que utilizo aquí despojado de su sentido histórico). "Oh! It's so cute...", que diría el amigo. Sin embargo dudo mucho que el público mediterráneo (ojo, también occidental) sea receptivo al anuncio, que resulta un peñazo ñoño. En el caso de receptores tan apasionados como los del sur de Europa, funcionan mejor los mensajes calentitos de Bacardi. ¿Los ingredientes? Nenas centroamericanas de infarto, ritmos de mambo y mucha noche. En una palabra: ¡Fiesta! Que no me vengan con milongas anglosajonas. Al César lo que es del César.

martes, abril 05, 2005

Poesía y futuro

Cuando el hastío desborda a Kiki suele agarrar un libro de poesía, buscar sus poemas predilectos y leerlos en voz alta. Tal estrategia no sólo le sirve para abstraerse del mundo. Tiempo después, cuando los versos se le han grabado a fuego en la memoria, recurre a ellos como el mástil al que asirse en los momentos feos del día. Las palabras del poeta le alivian, por ejemplo, ante el desánimo provocado por cualquier comentario hazaroso. O le salvan del vacío que a veces le inunda. O se sirve de ellos para plantarse delante del tío más lindo del garito y susurrarle la retaila al oído. El pasado fin de semana lo hizo. Él se le quedó mirando entre extrañado e indulgente. Kiki se había fijado en él nada más entrar en el antro. Era alto y hablaba con dos chicas en la barra. A pesar de todo (la incertidumbre ante lo desconocido, el miedo al rechazo y las tías que le rodeaban) Kiki apuró su copa y se dirigió hacia él. Entonces la miró fijamente a los ojos. Ella sintió un ligero cosquilleo en el estómago pero, decidida, apoyó su mano en el brazo del chico y alzó los talones del suelo hasta hacerle notar su respiración en el oído. Entonces le recitó con mimo la letanía del poeta. Una vez hubo terminado, se separó de él para observar su reacción. El chico le pasó la mano por la cintura y la trajo contra sí. A Kiki le gustó su mano y también su boca.
Así que cuando su madre se pone enferma por ver que Kiki "desperdicia" el tiempo releyendo poesía en alto en vez de hacer algo "realmente productivo" que le sirva en un futuro, Kiki (serena) le contesta:
El futuro, pensándolo bien, es probable que no comience nunca*.
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*Michelangelo Antonioni, "La Notte"

lunes, abril 04, 2005

¿Quién es quién?

A estas alturas, tras compartir perversiones, apentencias y placeres contigo, tal vez te preguntes quién coño es Kiki. No existe una respuesta concreta. Quiero decir que su físico no responde a una descripción posible y a la vez real. Ni por supuesto su psique, aunque los relatos de sus acciones puedan dar alguna pista. En cualquier caso, antes de "descubrir" a Kiki quizá deberías aventurarte a decirme quién eres tú. Pero no será necesario...
Kiki eres tú cuando le pides a tu amante que eyacule sobre ti como prenda de su amor/ Kiki eres tú cuando te regalas un momento de disfrute/ Kiki eres tú cuando sepultas tus pensamientos y quedas absorto ante la contemplación de la belleza/ Kiki es desinhibición y sensualidad/ ¿Qué eres tú?