Elogio nihilista
Después de leerte se me ocurre que estamos en niveles paralelos. Exactos y equidistantes por igual. La trayectoria de nuestro devenir no conocerá jamás un punto a no ser que alguno de los dos cambie de plano.
Se me ocurre que podríamos hacer como los amantes de Chikimatsu: restarnos ante un altar con dios o un bosque sagrado. Que como sabes es lo mismo. Restarnos para sumar, para alcanzar juntos la posteridad. Algunos lo llaman cénit.
Il minimalismo fa tendenza. Sigamos la moda, pues. Seamos víctimas de nuestro tiempo. Al fin y al cabo, Cronos no deja hijo con cabeza. Hagamos lo extraordinario para acabar en el más absoluto silencio. En el más común de los sitios posibles. Pactemos la nada que nos sucederá.
Tengo ideas suicidas como cualquier inadaptado. Corredor lúgubre sin fin. Y pará qué, uno piensa. En mi entorno alguien toma pastillas para preservarse el juicio. Cada vez estoy en una onda más próxima al epicentro. Siento la inercia-resaca. Presiento la dinámica.
He llegado. Ahora mi deseo más urgente es escapar. Será porque soy mileurista y porque estoy acostumbrada a obtener lo que quiero de manera inmediata. Como cuando te pido que me beses y me besas. Te lo pido poco, ¿verdad? Debería verbalizar más mi yo interior.
¿Qué me salva? La clarividencia con la que distingo mis miserias. Fondo nítido en el que leo un fin por obstrucción de las vías respiratorias. La ex comunión no me preocupa. Por cierto que el imbécil del director de los informativos de la Cope podía dejar de acudir a Madrid Opina. En su caso, menos es mucho más.
Merece un premio quien haya llegado hasta aquí en términos de lectura. El discurso basado en el yo es harto cansado. Te felicito, lector suicida. Tú que habrás adivinado que tu descomposición es la mía y viceversa. Que un pedazo de universo contiene el universo mismo.
J'suis depurvue de honte. Y de honestidad. No existe moraleja posible.
Se me ocurre que podríamos hacer como los amantes de Chikimatsu: restarnos ante un altar con dios o un bosque sagrado. Que como sabes es lo mismo. Restarnos para sumar, para alcanzar juntos la posteridad. Algunos lo llaman cénit.
Il minimalismo fa tendenza. Sigamos la moda, pues. Seamos víctimas de nuestro tiempo. Al fin y al cabo, Cronos no deja hijo con cabeza. Hagamos lo extraordinario para acabar en el más absoluto silencio. En el más común de los sitios posibles. Pactemos la nada que nos sucederá.
Tengo ideas suicidas como cualquier inadaptado. Corredor lúgubre sin fin. Y pará qué, uno piensa. En mi entorno alguien toma pastillas para preservarse el juicio. Cada vez estoy en una onda más próxima al epicentro. Siento la inercia-resaca. Presiento la dinámica.
He llegado. Ahora mi deseo más urgente es escapar. Será porque soy mileurista y porque estoy acostumbrada a obtener lo que quiero de manera inmediata. Como cuando te pido que me beses y me besas. Te lo pido poco, ¿verdad? Debería verbalizar más mi yo interior.
¿Qué me salva? La clarividencia con la que distingo mis miserias. Fondo nítido en el que leo un fin por obstrucción de las vías respiratorias. La ex comunión no me preocupa. Por cierto que el imbécil del director de los informativos de la Cope podía dejar de acudir a Madrid Opina. En su caso, menos es mucho más.
Merece un premio quien haya llegado hasta aquí en términos de lectura. El discurso basado en el yo es harto cansado. Te felicito, lector suicida. Tú que habrás adivinado que tu descomposición es la mía y viceversa. Que un pedazo de universo contiene el universo mismo.
J'suis depurvue de honte. Y de honestidad. No existe moraleja posible.