sábado, marzo 19, 2005

Si estuvieras

Si estuvieras entre mis brazos ahora te apartaría la ropa para acariciarte la piel. Ni siquiera tendrías que moverte: tal y como estás sentado frente a la pantalla me vale. Vendría por detrás e introduciría mis dedos entre el cuello de tu camisa y tu nuca. Quizá te desabrochase los primeros botones. O quizá no. Situaría mis manos firmes sobre la clavícula y las deslizaría luego hasta abordar la anchura de tus hombros. Volvería al mismo punto para bajarlas esta vez por tu torso de guerrero. ¿Así vamos bien?
Supongo que llegado ese momento te pediría que abandonases tu quehacer interactivo para amarte mejor. Y desnudo bocabajo sobre una superficie confortable te besaría varias veces el culo. Entonces lamería la línea que va desde los huevos hasta el ano. Una. Dos. Tres veces. Ya oigo tu respiración entrecortada y eso me excita. Te estimulo el ano con mi saliva y lo acaricio como si se tratase de mi clítoris; con mucho mimo. La curva de tu columna se acentúa a la altura de la cintura mientras suspiras azorado. Aprovecho para tomar tu polla: erguida, dura y hambienta. Siguiendo la ruta de tu piel te comería los huevos y después jugaría delicadamente con el capullo. Sabes que las potentes venas que enarbolan tu pene me gustan. Es como si anunciasen tu salvaje naturaleza. Decía si estuvieras entre mis brazos ahora. Y no era poesía.