miércoles, marzo 16, 2005

No cualquiera

A falta de pan buenas son tortas, así que hoy hablaré de mi primer coño rasurado. La iniciativa no salió de mí sino del que por entonces era mi amante exclusivo. Quiero decir con esto que únicamente me entregaba a él. Es decir, que vivía en perfecta monogamia. Esto es importante en el sentido de que pelar el coño no es ninguna tontería sino una concesión que requiere un alto grado de confianza entre el afeitado y el afeitador. Como se comprenderá por razones obvias no se puede dejar en manos de cualquiera.
- Ambos desnudos-, fue mi condición. Empezó por extenderme la espuma. Lo recuerdo bello frente a mí con la cabeza gacha, empeñado en la causa. El contacto con el frío metal me perturbaba, a veces incluso sentía cosquillas. Él sonreía y me mantenía calmada. De vez en cuando mojaba la cuchilla en una palangana con agua y volvía a la carga. Estuvimos hablando. Yo, tumbada en la cama aunque con medio cuerpo fuera, alternaba entre mirar al techo y mirarlo a él. Finalmente terminó. Me había rebajado el vello púbico a una línea vertical y solitaria. Abrazé su cabeza dorada inclinándola hacia la mía. Lo besé y me acaricié la vagina. Entonces comprobé que su tacto era como la cabeza rapada del hacedor. Je répète: pas n'importe qui!

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Estoy de acuerdo con Kiki. Es una experiencia fascinante.

Sobretodo si tienes cosquillas.

La naturaleza está para trastocarla!!!!

2:51 p. m.  

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