Eficacia probada
Los idiomas dan mucho de sí. Lo sé por experiencia. Ayer estuve tomando un café en "El Comercial" con uno de mis últimos amantes y tras dos horas de conversación animada me invitó a otro café, esta vez, en su casa. Accedí con mirada felina, así que salimos a la glorieta de Bilbao y cogimos un taxi. El que iba a ser mi chico durante las próximas horas vivía ahora por Colombia, en un ático muy chic (algo totalmente previsible de un diseñador de interiores).
El ascensor sirvió para calentar motores. Yo le desabroché los primeros botones de su camisa mientras él me acariciaba las medias de rejilla y me mordía en el cuello. Una vez dentro del apartamento, me enseñó las vistas. Nada del otro mundo, pero fue una excusa para ponerme contra la cristalera y hacerme sentir su paquete por detrás. Entonces me volví y le dije malhumorada:
-J'suis pas ta p'tite salope! -Él hizo caso omiso, me levantó la falda e hizo un amago de bajarme las medias, sólo que se topó con mi liguero. Entonces se desabrochó el pantalón, se sacó la polla y me condujo de un brazo al sofá con forma de labios. A pesar de que lo deseaba tanto como él, le dije en un tono caprochoso:
-Lâche-moi, spèce de bâtard! -Pero en vez de soltarme, me agarró más fuerte todavía, me hizo sentarme y me dió con su polla en la cara. Yo lo miré desafiante:
-Putain, tu comprends pas ou quoi? -El resto es historia y pertenece a uno de los polvos más salvajes del último mes.
Está 100% comprobado. Le hablas a un tío como una zorra francesa y se pone perro perdío.
El ascensor sirvió para calentar motores. Yo le desabroché los primeros botones de su camisa mientras él me acariciaba las medias de rejilla y me mordía en el cuello. Una vez dentro del apartamento, me enseñó las vistas. Nada del otro mundo, pero fue una excusa para ponerme contra la cristalera y hacerme sentir su paquete por detrás. Entonces me volví y le dije malhumorada:
-J'suis pas ta p'tite salope! -Él hizo caso omiso, me levantó la falda e hizo un amago de bajarme las medias, sólo que se topó con mi liguero. Entonces se desabrochó el pantalón, se sacó la polla y me condujo de un brazo al sofá con forma de labios. A pesar de que lo deseaba tanto como él, le dije en un tono caprochoso:
-Lâche-moi, spèce de bâtard! -Pero en vez de soltarme, me agarró más fuerte todavía, me hizo sentarme y me dió con su polla en la cara. Yo lo miré desafiante:
-Putain, tu comprends pas ou quoi? -El resto es historia y pertenece a uno de los polvos más salvajes del último mes.
Está 100% comprobado. Le hablas a un tío como una zorra francesa y se pone perro perdío.
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