Teléfono rojo
La tecnología es inoportuna. Ayer estaba entretenida en los preámbulos del placer cuando sonó el móvil. Los días de invierno me gusta acurrucarme en mi edredón y desentenderme del mundo mientras fuera ruge el viento. Cuando decido irme a la cama lo hago sin premeditación y alevosía, pero a veces la mente se me dispara y me pongo perra. Entonces mis manos acuden presurosas a avivar el incendio y empiezo a acariciarme. Ayer estaba en el momento más dulce cuando el tono "kaleidoscopic" arreció de repente. Perezosa, alcé una mano hasta coger el teléfono y contesté. Era una amiga. No hacía más que recitar como un loro el discurso anti-hombres. Sumida como estaba en el aburrimiento, me acerqué los dedos a la nariz y respiré profundo. Era mi olor y, como todo lo que es mío o rodea mi intimidad, me inspira. Entonces fui malévola y le propuse a Vero que se relajara. Para estimular a alguien en la distancia no es necesario haber trabajado en un teléfono rojo. La prueba es que su voz terminó en un hilo de gemidos y alientos entrecortados. Ya digo, la tecnología puede ser inoportuna. Y la ocasión la pintan calva.
4 Comments:
Alucinante, sin palabras... Viva tu enorme mundo interior
Vaya kiki
kiki d'aquí
Estando yo con mi móvil en la mesilla (y el semoviente entre las manos), se puso a sonar el condenao, inopinadamente por cierto, y hete aquí que no sabía yo cuál de los dos aparatos debía llevarme a la oreja y cuál seguir magreando... Maldita tecnología
Escribe más, por dios. Encontré la página navegando por ahí y ya la tengo en favoritos. He entrado diez veces ya hoy, por si acaso habías añadido alguna otra anécdota/historia. Pero no. Me considero tu más devoto lector, o eva diosa de lo húmedo y lo oscuro. Y si tu quieres, también tu esclavo...
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