lunes, febrero 28, 2005

Bricomanía

Mis domingos son cada vez más patéticos. Ayer me tiré la mañana en el sofa, frente al televisor, con una gran resaca. En un estado tan lamentable me sorprendió comprobar que mis niveles de sensibilidad seguían intactos. Di por casualidad con Bricomanía. Un hombre se servía de una plantilla de cartón para dibujar sobre una tabla de madera. Sentí curiosidad por lo que iba a construir así que dejé el mando sobre la mesa, convencida de que Telecinco era momentáneamente la mejor opción. El señor agrupaba ahora las tablas serradas y las limaba. Me fijé entonces en sus manos: grandes y poderosas, y en la forma en que las movía. Pasaba la yema de los dedos por los cantos de las piezas, como acariciándolas mientras hablaba de lijas o lijadoras. Utilizaba las manos aleatoriamente para reafirmar su mensaje (gestualizando) y para trabajar la madera. Me tiré todo el programa fijándome en sus manos: las apoyaba sobre la mesa y me enviaba a un "briconsejo", pasaba las manos por diversas herramientas y agarraba una fresadora. Ponía gatos entre la mesa y las tablas, pintaba con un rodillo... Y yo me preguntaba si manos tan experimentadas como las suyas sabrían tocar con audacia el cuerpo de su amante.