jueves, marzo 03, 2005

De putas

Entre las putas cinematográficas (como en todo) están las buenas y las mediocres. Entre las últimas, la Deneuve de "Belle de Jour" y Romy Schneider en "Boccacio 70". Entre las mejores, la Loren de "Ieri, oggi e domani" y la Cruz de "Non ti muovere".
Hay algo de verdad en la distinción que hacía Hitchcock entre rubias y morenas. Escribí hace unos días en el blog de un amigo que las putas buenas son las apasionadas, las que disfrutan comiéndotelo todo, las que te arrancan las bragas sin contemplaciones. Y esas sólo son morenas. Las otras (las zafias, huecas y sin corazón), las pusilánimes mujeres de Hitchcock, con su moño y su Hermes, jamás podrán ser discípulas del eros. Porque están más preocupadas en no despeinarse que en chupártelo con esmero. Veo a la Loren quitándose las medias y me la creo. Porque únicamente una belleza racial como ella puede hacerte una cubana en condiciones. Sólo quien discute con Mastroianni a tortas puede dártelo todo en la cama. Otro tipo de puta es la que interpreta Pe; más vulnerable, menos alegre pero igualmente mediterránea. La ves en la pantalla y de repente te viene el olor a coño.
Puede que los caballeros prefieran a las lánguidas rubias. Yo, sin duda, me quedo con las morenas. Pero como no me van las intolerancias haré una malévola concesión: una rubia sólo es una puta creíble si tiene el coño rubio.