miércoles, marzo 30, 2005

El oráculo

Según cuentan las tablas encontradas cerca del río que atraviesa el Lazio, el retorno de las naves atenienses se produjo en el siglo III a.C. En una de ellas viajaba un guerrero de piel tostada y ojos marinos, cuyo deseo más ansiado era reencontrarse con su amado. Según el amor socrático el rito de iniciación de un joven en la sociedad griega se acompañaba de su adoctrinamiento en disciplinas como la filosofía, la retórica o el eros. Normalmente estas enseñanzas venían promulgadas por un hombre maduro, docto y de holgada posición. Antes de ser guerrero, el navegante tostado había sido un joven receptivo a las lecciones de su maestro, quien era un hombre reputado de la polis, de familia insigne y numerosa prole. En aquellos tiempos la estimulación del intelecto venía acompañada de la iniciación del joven en el "ars amatoria". Sin embargo, a su vuelta, el guerrero cayó en el desánimo al comprobar que su maestro tenía otros discípulos púberes. Veía cómo la inquietud que lo había mantenido vivo en el combate languidecía ahora ante la indiferencia de su antiguo amante. El guerrero se calzó sandalias de esparto y se dirigió convencido al oráculo de Delfos. La sibila se manifestó y dijo:
- Multa ceciderunt ut altius surgerent* -El guerrero sonrió esperanzado.
Al menos así figura en las tablas latinas.
_______________________________________

*Séneca, Epístolas