Kiki al desnudo
Kiki entra en el café un poco aturdida. Me saluda cortésmente; me tiende la mano y esboza una sonrisa. Me pregunta si llevo mucho tiempo esperando y acto seguido se disculpa por el retraso sin ni siquiera escuchar mi respuesta. La invito a tomar asiento. Se queda un momento pensativa y me señala una mesa cerca del ventanal. “Me gusta observar a la gente”, comenta despreocupada. Se acomoda y pide un café noisette. Saca del bolso una pitillera y me pregunta si fumo. Pide fuego a uno de los chicos, se lleva el cigarro a la boca y aspira. Con gesto tranquilo gira la cabeza y expulsa el humo. Los guantes no se los quita. La boquilla del cigarro queda marcada de granate ciruela. Me pregunto si también llevará pintadas las uñas. “Si no le importa, empezamos”, me dice convencida. Tras sacar mi bloc de notas y poner en marcha la grabadora, comienzo con la entrevista.
-En general sus textos se caracterizan por un clima íntimo muy marcado. ¿Dónde termina la realidad y empieza la ficción?
-Todo lo que escribo nace de sensaciones o experiencias que he vivido y que conozco bien. Por ello mismo me siento cómoda hablando de ellas. Luego, es cierto que la tarea de crear una determinada atmósfera requiere pequeñas invenciones. Pero la esencia de mis relatos se basa en experiencias o percepciones propias.
-Algunos de los capítulos de Kiki de Montparnasse recuerdan formalmente a la literatura de autores consagrados, como el Italo Calvino de Se una notte d’inverno un viaggiatore, Tabucchi y su Sostiene Pereira e incluso Borges. ¿Qué aporta a su blog tanta heterogeneidad?
-Ante todo estoy experimentando. Por otra parte, pretendo establecer un juego con el lector, quizá desconcertarlo. Lo previsible me aburre, por eso quiero que sea algo dinámico: un día le hablo al lector de tú y me anticipo a lo que le rodea (principal influencia de Calvino) y otro, lo enfoco desde la tercera persona del singular e introduzco la célebre coletilla de Tabucchi o hablo de libros y ciudades que no existen pero que brindan un soporte de tradición al relato (ahí es donde entra Borges). Luego, me gusta despistar cambiando el punto de vista y escribo desde la primera del singular. De todos modos no quiero abusar de estos recursos. Por ello les he dedicado un texto a cada uno y no más.
-¿Cuál cree que es el mejor condimento para contar una historia?
-En mi caso la pasión, la implicación. Para hacer algo bien, me tiene que gustar. Es como en el teatro. El actor sólo trasmite al público cuando disfruta interpretando. Cuando quiero hacer algo lo hago con pasión. De otra manera prefiero quedarme cruzada de brazos, porque sé que hacerlo de mala gana equivale a un resultado mediocre.
-¿No teme que se le agote la temática central de su blog, que de repente le falte la inspiración?
-No, porque cada día me nutro de experiencias nuevas. Si eres sensible al medio que te rodea puedes hablar de cientos de cosas sublimes y, por tanto, susceptibles de estar en mi blog.
-Pero su blog es, según su propia definición, un diario erótico postmoderno. ¿Qué tiene que ver lo sublime con el eros?
-Para mí, mucho. Lo sublime puede darse fuera del eros, pero no al revés. De todos modos yo no tengo respuesta para todo. Eso pregúnteselo a los críticos de arte.
-Como lector tengo la sensación de que algunos capítulos son un canto a la mujer.
-En efecto; comprendo que a los misóginos no les guste Kiki porque es muy sensible a lo femenino, pero tampoco desatiende la figura del hombre.
-Sí, pero al ser Kiki una mujer, la relación hombre-hombre sí queda excluida...
-Es cierto, y esa es una carencia que estoy ansiosa por corregir. De hecho, me rondan por la cabeza varias formas de explorar el tema del amor socrático. Pero como comprenderá, no voy a anticipar ninguna.
-Desvéleme alguna exclusiva, ¿tiene alguna actriz que le apasione y que aún no haya citado en su blog?
-Me encanta Harriet Andersson en el primer Bergman por su frescura y vitalidad. Te dan ganas de correr tras ella y sonreír. O besarla. ¿Por qué no?
-En general sus textos se caracterizan por un clima íntimo muy marcado. ¿Dónde termina la realidad y empieza la ficción?
-Todo lo que escribo nace de sensaciones o experiencias que he vivido y que conozco bien. Por ello mismo me siento cómoda hablando de ellas. Luego, es cierto que la tarea de crear una determinada atmósfera requiere pequeñas invenciones. Pero la esencia de mis relatos se basa en experiencias o percepciones propias.
-Algunos de los capítulos de Kiki de Montparnasse recuerdan formalmente a la literatura de autores consagrados, como el Italo Calvino de Se una notte d’inverno un viaggiatore, Tabucchi y su Sostiene Pereira e incluso Borges. ¿Qué aporta a su blog tanta heterogeneidad?
-Ante todo estoy experimentando. Por otra parte, pretendo establecer un juego con el lector, quizá desconcertarlo. Lo previsible me aburre, por eso quiero que sea algo dinámico: un día le hablo al lector de tú y me anticipo a lo que le rodea (principal influencia de Calvino) y otro, lo enfoco desde la tercera persona del singular e introduzco la célebre coletilla de Tabucchi o hablo de libros y ciudades que no existen pero que brindan un soporte de tradición al relato (ahí es donde entra Borges). Luego, me gusta despistar cambiando el punto de vista y escribo desde la primera del singular. De todos modos no quiero abusar de estos recursos. Por ello les he dedicado un texto a cada uno y no más.
-¿Cuál cree que es el mejor condimento para contar una historia?
-En mi caso la pasión, la implicación. Para hacer algo bien, me tiene que gustar. Es como en el teatro. El actor sólo trasmite al público cuando disfruta interpretando. Cuando quiero hacer algo lo hago con pasión. De otra manera prefiero quedarme cruzada de brazos, porque sé que hacerlo de mala gana equivale a un resultado mediocre.
-¿No teme que se le agote la temática central de su blog, que de repente le falte la inspiración?
-No, porque cada día me nutro de experiencias nuevas. Si eres sensible al medio que te rodea puedes hablar de cientos de cosas sublimes y, por tanto, susceptibles de estar en mi blog.
-Pero su blog es, según su propia definición, un diario erótico postmoderno. ¿Qué tiene que ver lo sublime con el eros?
-Para mí, mucho. Lo sublime puede darse fuera del eros, pero no al revés. De todos modos yo no tengo respuesta para todo. Eso pregúnteselo a los críticos de arte.
-Como lector tengo la sensación de que algunos capítulos son un canto a la mujer.
-En efecto; comprendo que a los misóginos no les guste Kiki porque es muy sensible a lo femenino, pero tampoco desatiende la figura del hombre.
-Sí, pero al ser Kiki una mujer, la relación hombre-hombre sí queda excluida...
-Es cierto, y esa es una carencia que estoy ansiosa por corregir. De hecho, me rondan por la cabeza varias formas de explorar el tema del amor socrático. Pero como comprenderá, no voy a anticipar ninguna.
-Desvéleme alguna exclusiva, ¿tiene alguna actriz que le apasione y que aún no haya citado en su blog?
-Me encanta Harriet Andersson en el primer Bergman por su frescura y vitalidad. Te dan ganas de correr tras ella y sonreír. O besarla. ¿Por qué no?
2 Comments:
Una peli que vi rarísima, muy kiki. Es muy nueva pero muy cinéfila.
SOÑADORES. Puro sexo, desenfreno, perversión, sudor y cine clásico en el París del 68.
No me gustó mucho, pero en esta página se enfunda como guante de cuero en perversa ama.
A mí tampoco me gustó. Lo más brillante, sin lugar a dudas, la anatomía de Louis Garrel...
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