jueves, junio 23, 2005

Gran Vía

Bajó la calle oscura convencida de que la noche no daba más de sí. Bella, sobre sus sandalias vertiginosas, balanceaba su bolso como hiciera otrora con sus muñecas de trapo. Le divertía caminar por Gran Vía. Mirar y ser mirada. Y luego esos mestizos calientes que le decían cosas jugosas en susurros furtivos:
- Así, mi amor. ¡Yo quiero una novia como tú! -E inspirar hasta el último rincón de los pulmones su olor a macho encabritado, a axila fuerte y capaz. O si no:
- ¡Pero mira qué flor! -El uno al otro. Y ella, que reclama su atención con cada zancada y se olvida de todo lo demás, incluido el restaurante donde estuvo cenando con los colegas de curro. Se pidió un martini casi por aburrimiento mientras Mimí no hacía más que abanicarse y mirar al hombre casado que le gustaba. Compartieron un pitillo y entonces fue cuando pensó que la noche no daba más de sí. Kikí le dijo a su amiga que se marchaba, más que nada para que no se preocupase. Luego se fue. Reclamar la atención de los demás para comunicarles que se iba no le gustaba porque siempre que lo hacía se veía obligada a dar explicaciones. Y ella, explicaciones las justas y a quien le daba la gana. Lo otro le parecía protocolario, incómo y artificial. Seguramente por eso no le dijo al hombre Azul que babeaba por ella que se iba, sino que prefirió tirar calle abajo sin decir adiós a nadie porque sólo tenía en mente a su italiano. Y nunca fue tan corto el camino hacia el desamor para ese hombre Azul que se quedo con las ganas en la bragueta y se desahogó con el teclado. ¿Lo pillas? No lo dudo...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Azul es un pasteloso

8:16 p. m.  
Blogger pomelo said...

kiki...una de las mejores calles del mundo para caminar y hacerse notar, deslumbrando belleza y actitud femenina es gran via...
madrid, madrid.
que ganas de volver.
un beso

9:27 p. m.  

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