Preservarte

Como si se tratara de un rito, Kikí se levantó frente a la silla donde colgaban sus ropas del día anterior. Reparó en los manchurrones grises de la camiseta y recordó cómo se había restregado entre el coche y su amante. Él ya no estaba, pero su olor aún estaba presente. Serena, se dispuso a vestirse en una última ofrenda de despedida. Primero el sujetador que él le había desabrochado de un sólo mordisco, después la falda y por último la camiseta sucia. "El duelo es importante", recordó y tras coger el bolso de Sofía salió a la calle.
En estos casos la gente piensa a su paso que es una pordiosera o una chica extraña a la que es mejor dejar a su aire. Pero no la importa en absoluto. "Creemos saber tantas cosas...", reflexionó sonriente. Y luego está el juego de inventarse la vida de alguien nada más verlo subir al bus; uno de sus pasatiempos favoritos! Sucia, roída, descalza... Cuando se trata de preservar la compañía imaginaria del último amor todo vale.