lunes, mayo 16, 2005

de amada a amante

La transición es dura y muchas veces ni siquiera se produce, de modo que hay personas que no conocen más que una de las dos vertientes. En el caso de Kikí, el cambio se ha ido fraguando poco a poco.
El 11 de septiembre de 2001 un desconocido la paró en el pont de la Tournelle y le pidió dos minutos de su tiempo. Kikí, interesada en saber cuánto morro le echa la peña, accedió a escucharle. Fue un primer paso. Cuando se despidieron por la tarde aún no sabían que las torres habían caído. Ella no quiso darle su teléfono pero le prometió que le llamaría. Volvieron a verse otros dos días en los que ella se dejó llevar por él, hasta que la última tarde Kikí le plantó un beso casto en los labios y desapareció tras las puertas metálicas del metro de Miromesnil. Él se quedó inmóvil durante unos segundos y decidió amarla plenamente.
Los dos minutos se convirtieron en años. Años de descubrimiento y de convivencia en los que él se desvivió por dárselo todo. Después sus caminos se bifurcaron, más que nada porque ella quería "vivir". Sólo tiempo después tomó conciencia y observó su periplo a vista de pájaro. Entonces miró hacia adelante con la certeza de saber lo que quería definitivamente y fue a por ello. Y en esas está. Reciclando todo lo que aprendió de cuando fue Amada, para ejercer de Amante.