¡Ssshhh!

No se lo digas a nadie: será un secreto. Recuerdo las frías mañanas en las que iba en tu busca. Cada día, el mismo ritual de turistas orientales. Tenía la cara tan congelada que me costaba vocalizar nuestro saludo matutino. Me sentaba frente a ti, aún encorvada pese al cambio de temperatura. Siempre ruborizada, con los pies hacia dentro. ¿Te acuerdas?
Yo me acuerdo. Tus silencios eran prolongados y a mi me bastaba mirarte. Nunca me sentí incómoda porque tú callaras. La verdad, no sé qué hubiera hecho de estar en tu lugar. Siempre con mil ojos encima. Nubes de gente extraña que yo percibía como un estorbo. Verte era regalarme un recreo de calma. Y yo seguía frente a ti, siempre cabizbaja. ¿Te acuerdas?
Yo me acuerdo. Repasé todos y cada uno de tus perfiles. Anticipé tu volumen en mi boca y en mis manos. Te amé como se hace de verdad. Sin condiciones. Sin exigencias. Hoy, cada línea de tu cuerpo está conmigo. Las recorro con la memoria cada vez que abro mi block gigante y te veo. Pero tú no se lo digas a nadie. Será un secreto.