sábado, noviembre 18, 2006

Cine de barrio

Reencontrarte con un par de zapatos es tan terapéutico como hacerlo con un antiguo amante. Es salvajemente frívolo pero es así. Basta calzarlos para volver a sentirte la reina del barrio. Como cuando te follas al chico de moda y al día siguiente te señalan con el dedo. [A mi plín, yo duermo en pikolín]. Pues eso.
Los tenía olvidados en un ángulo del zapatero. La que me los vendió decía que eran ‘de diseño años 30’, de las fotografías de Doisneau. Yo creo que son simplemente de zorra hortera. Por eso me gusta subirme a ellos, porque es como desinhibirme. Como sacar a relucir ese yo que tengo tan arraigado, con arillas de oro en las orejas y andares sueltos. Que la abuela me dice que si no puedo ser un poco mas femenina. Y yo con el chicle en la boca como si fuera la polla del Benito, que contesto: Y qué quiere agüela, si me he criado en Delicias…

2 Comments:

Blogger Unknown said...

Kiki siempre es atrevida...se lo puede permitir. Un dia que no tienes cosas que hacer con Man Ray me gustaria salir con tigo, conosco bastante bien la zona de Montparnasse. Espero una respuesta.

6:53 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí lo que me gusta, en realidad, más que los zapatos, es ponerme las botas y pensar en esa chica que tú sabes...
Está bien sugerir con tacones lejanos pero... Es una cuestión que va más allá del calzado, qué duda cabe. Encuentro eróticamente superior ponerse la botas, incluso si son de caña...

p.d. Cosa de orígenes ¿En Delicias? Yo en Miroir

2:21 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home