martes, mayo 31, 2005

La ducha

Llego a casa pringada y llena de bártulos. Sólo a mí se me ocurre abrir una lata de tónica en el metro después de una carrera sin fin por túneles y pasillos, y sólo a un tío cuadrado con camiseta de promoción se le ocurre dármela. En cualquier caso estaba sedienta y me apetecía, así que después de acomodarme entre la cristalera y una chica con tetas generosas y pestañas muy largas la abrí. Lógicamente aquello fue como una pequeña ducha a presión. Me disculpé con la chica, que no hacía más que reírse. Le había mojado todo el escote y los pezones se le habían erizado. Pero a ella no parecía importarle. Es más, sacó un par de clínex y me ofreció uno. El espectáculo me había sugestionado, pero debía bajarme ya y luego estaba tan cargada que únicamente quería llegar a casa. Abro la puerta, lo dejo todo en la mesa del recibidor y me quito la camiseta. Me toco el dorso de la espalda: chorreando. En un gesto decidido tiro las sandalias una pa' Pinto y otra pa' Valdemoro y me quito los pantalones. Oigo una cisterna y se abre la puerta de baño. Aparece el novio de mi compañera y no se me ocurre más que saludarlo con una amplia sonrisa aunque ya es la segunda vez que me pilla en bragas.
¡Una no puede estar tranquila ni en su propia casa! -pienso exasperada. Y con las mismas me meto en la ducha y me hago un dedo.

lunes, mayo 30, 2005

Los perros del vecindario

El camino hasta aquí pasa por coger un bus y caminar unos 15 minutos. El sábado Kikí lo hizo bajo un sol abrasante. Se levantó de la siesta aún medio zombi y se dirigió a la cocina para beber agua. Fueron tres vasos; uno detrás del otro. El novio de su compañera la pilló por el segundo y ella, en bragas y camiseta de lycra, se incomodó. Después el rito de siempre: ducha, crema hidratante, desodorante y perfume. Y el propio encanto. Tras abrir la puerta del ascensor se topó con su imagen reflejada en el espejo del hall. Se sonrió y salió a la calle. El autobús tardó en llegar justo el tiempo que se comió una manzana. Se puso los cascos y se relajó. Al llegar a destino, bajó y sintió que el bochorno la abrazaba de nuevo. La cinta llegaba por la canción de Mecano.
-Oh-oh, oh-oh! Quiero estar junto a ti! -Kikí repetía el estribillo cuando los perros de la calle Tampico empezaron a ladrar rabiosos. Ni siquiera se inmutó; comprendía que su olor les hiciera sacar los colmillos y escupir babas, sobre todo porque esa misma mañana le había venido la regla. Tardó en llegar aquí el tiempo de tres canciones. Luego habló con su amor por teléfono durante seseinta y nueve minutos. ¿Pueden suplirse las carencias con cifras simbólicas?

miércoles, mayo 25, 2005

Kikí y er furbo

Hay muchas cosas de un partido de fútbol que entusiasman a Kikí. Le gusta, por ejemplo, la lucha encarnizada por el balón, el sudor de los guerreros, las voces que corean desde la grada como una garganta profunda, el hombre en su ocaso y el hombre en su exaltación; el vencedor y el vencido. El combate feroz. El hombre roto por el dolor, el hombre lleno de ira, el hombre que niega como Pedro, el que ordena y el que ejecuta, el hombre que celebra. Y dentro de la celebración... Los besos a los compañeros, las caricias, las palmaditas, las miradas y los gestos.
Luego está el guerrero en sí. Sus músculos en tensión, el muslo derecho y el izquierdo, las rodillas pasolinianas o el torso mojado. La estatua de Maldini como paradigma del clasicismo griego, la serenidad inteligente de Reijkard, sus pausas y sus silencios. El uniforme "azzurro" como cielo intocable, el acento argentino y sus oradores e cosí via...
Si empieza no termina así que mejor la invito a mi cama y os dejamos por hoy!

martes, mayo 24, 2005

Los libros de Banana

Por estricto orden de aparición había una vez una calle, una plaza y un parque. A esto se sumaron dos figuras, un chico y un chico, que caminaban arrastrando sendas bicicletas con las ruedas pinchadas sólo que en dirección opuesta. En un cierto punto, que en los gráficos trigonométricos es el que corta las trayectorias de X e Y, se cruzaron [no hagáis el problema: fue en la plaza]. El caso es que el chico de la camiseta naranja le dijo al de la camiseta roja.
-Disculpa, no pretendo molestarte. Es sólo que me sorprende que día tras día coincidamos a la misma hora en el mismo sitio con las mismas bicicletas.
-Es cierto -respondió el chico rojo -¡Es una coincidencia sorprendente! Y no sólo eso. En la cesta de tu bici llevas siempre un libro de Banana Yoshimoto, justo como yo. ¿También es tu autor favorito?
-¿Qué Banana es tu autor favorito? ¡El mío también! El otro día leí lo que Toshu le dice a Mikako en el tercer capítulo de "Toshu y Mikako en la ciudad de Shan Kai Don"...
-Joder ¡me encanta ese libro!
-...y me dije que debía hablarte costara lo que costara.
-Pues no ha sido tan difícil, ¿no?
-La verdad es que es más difícil de lo que piensas, porque en realidad me gustas un montón, y cada vez que me cruzo contigo mi corazón palpita con más fuerza -El chico rojo lo miró con los ojos como platos, como si no diese crédito a lo que estaba oyendo.
-Joder, tío. ¡A mí me pasa exactamente igual! Es más, me dan calambres en el muslo derecho y me entran unas ganas inmensas de besarte.
-No puede ser... ¡Siempre he pensado en tus labios carnosos sobre mi piel! Y en tu paquete tieso bajo mi mano.
-¡Venga ya! Justo eso es lo que he soñado hoy, y ya te imaginarás cómo he amanecido...
-Joder tío ¡qué casualidad! A mi me ha pasado lo mismo mientras me duchaba.
-Bueno, si se lo cuentas a alguien no se lo cree -Ambos se miraron sonriéndose mientras asentían una y otra vez con la cabeza.
-Qué cosas, ¿eh?
-Ya te digo -respondió el chico rojo.
-Venga tío, nos vemos -dijo el naranja.
-¡Guay!
Y ambos superaron el punto que corta las trayectorias de X e Y para seguir su camino. Uno hacia el parque y uno hacia la calle.*

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Texto inspirado en un relato de Stefanno Benni, "L'ultima lacrima" (Feltrinelli, Milano. 1999)

lunes, mayo 23, 2005

LaMala

Mi prosa es elegante, chaval. No como tu pene: que apenas llega a polla. Ni siquiera l' aliteración es pa' tí, nen; pa' tí er sofoco y la caló.
Y ¿de que?, y ¿por qué?
Yo te l'explico.
Ven aquí ¡al oído!
Caló ¿cuár de lo' dos? Uno el que te falta y otro el que dices que te mata... Y ojito con darse por aludido, hay que ser poco humilde y mu' creído. Qué, ¿te ves? Pues cuidaíto, ya sabes lo que pasa con Narciso. No te ahogues tu también. Tú. Mi rey, mi nen. ¡Ey que si doy caña no es por ná! ¿Colega tuya?
Y ¿de que?, y ¿por qué?
Yo te l'explico.
Ven aquí ¡al oído!
Que si "voy lista", calista. Mucho arte y mucha chicha pa' tan poca limoná. Ni fu ni fa. Suele pasar. ¿Y quien quiere ser cosa tuya con tanta chufla? LaMala no, ¡qué pavor! Y no me digas por favó ni me vengas de llorón. ¿Palabras? ¿Pa' qué? ¿A las espaldas? ¡Eso sí! Y así no es. Ni conmigo ni contigo. Que la lucha no es pa' mí. Pa' mí lo güeno, lo tierno. Eso pa' mí. Y del resto hago un lamento y del río hago un quejío. Por mí y por los lectores. No por bobos perdedores.

viernes, mayo 20, 2005

Mentira

En edades más tempranas Kikí escuchaba atenta los mensajes subliminales del horóscopo. Cuando era más chica, más influenciable. Porque ahora "de eso nada, monada".
-¡Menudo positiva estoy hoy como para creer que va a ser un día de mierda! ¡Ja ja! Que te lo crees tú, Karin o como te llames -.
Porque Kikí pasa de lo que no le resulte práctico. De modo que en las épocas en las está más gorda se enamora de la exhuberancia felliniana y cuando le da por quedarse como una sílfide admira a las modelos anoréxicas. En fin, que tiene un criterio variable en función de sí misma y no por influencias externas. Por eso cuando el horóscopo le habla de movidas raras, depresiones y malos rollos Kikí pasa página y exclama: "¿Lo qué?". Como si le dice cosas bonitas... Porque para ella la única verdad absoluta es su cuerpo y su amor por Sofía. Y todo lo demás, incluido este churro de blog, ¡es mentira!

jueves, mayo 19, 2005

El ser sumiso que no es

¿Alguna vez te han follado con rabia? Te lo pregunto porque últimamente pienso en ello. Ya sabes, cuando sientes su torso sobre tu espalda y su potencia abrasadora entre las nalgas mientras te pone una mano en la boca para que nadie te oiga gritar. A Kikí eso le gusta porque lo inserta en el plano lúdico del sexo y porque de vez en cuando le gusta transformarse en el ser sumiso que en realidad no es. Sin embargo, hace unos días un amante le confesó telefónicamente que lo que ella atribuía a un juego había sido ira.
-El otro día te follé con rabia -le dijo. Y Kikí bajó su mirada y se quedó silenciosa al otro lado de la línea. Por un lado se sintió chafada porque lo que ella creía una complicidad alquímica no era tal, pero por otro le daba un poco igual porque ella lo había disfrutado mucho. "Que me quiten lo bailao", debió pensar...

martes, mayo 17, 2005

Ojos que no ven...

Ayer Kikí iba tan tranquila en el bus con su música y sus comeduras de tarro, cuando fue testigo de algo espectacular. En una de las paradas se subieron dos chicas y un chico. Ellas con arillas doradas en las orejas y él en plan macho con su gorra y su sudarera de adidas. A pesar de que los cascos no le dejaban oír la conversación, notó que el tío hablaba de "golfas" con cierto desprecio. Como si alguna mujer hubiera jugado despechadamente con su corazón y fuera presa de una rabia destructora. El caso es que una de las chicas, empezó a meterle mano y le besó en los morros. Después dio dos besos a su amiga del alma y se bajó en la calle oscura. Hasta aquí, todo normal. Kikí se entretenía en observar a la otra chica porque tenía algo que le atraía. Quizá su boca entreabierta y sugerente... El bus arrancó y el chico saludó con la mano a la niña que se había apeado. La sorpresa vino cuando el bus dio la vuelta a la esquina y los otros dos empezaron a comerse a besos y a mordiscos. El chico fue el siguiente en bajarse, tras lo cual la tía se quedó sola ante la mirada inquisitoria de la parte trasera del autobus, que lo había visto todo. La de Kikí fue más bien indulgente aunque estaba convencida de que aquello acabaría como el rosario de la Aurora. Si los tres chicos viviesen en el mundo de Kikí todo podría desembocar en un placentero "menage à trois" pero con los tiempos que corren (donde la incomunicación es la tónica en las relaciones de pareja y los prejuicios morales y el sentido posesivo están a la orden del día) eso era imposible. "Y esas pobres chicas acabarán tirándose los trastos a la cabeza porque son incapaces de liberarse de las convenciones sociales... ¡Falta cultura!", sentenció Kikí.

lunes, mayo 16, 2005

de amada a amante

La transición es dura y muchas veces ni siquiera se produce, de modo que hay personas que no conocen más que una de las dos vertientes. En el caso de Kikí, el cambio se ha ido fraguando poco a poco.
El 11 de septiembre de 2001 un desconocido la paró en el pont de la Tournelle y le pidió dos minutos de su tiempo. Kikí, interesada en saber cuánto morro le echa la peña, accedió a escucharle. Fue un primer paso. Cuando se despidieron por la tarde aún no sabían que las torres habían caído. Ella no quiso darle su teléfono pero le prometió que le llamaría. Volvieron a verse otros dos días en los que ella se dejó llevar por él, hasta que la última tarde Kikí le plantó un beso casto en los labios y desapareció tras las puertas metálicas del metro de Miromesnil. Él se quedó inmóvil durante unos segundos y decidió amarla plenamente.
Los dos minutos se convirtieron en años. Años de descubrimiento y de convivencia en los que él se desvivió por dárselo todo. Después sus caminos se bifurcaron, más que nada porque ella quería "vivir". Sólo tiempo después tomó conciencia y observó su periplo a vista de pájaro. Entonces miró hacia adelante con la certeza de saber lo que quería definitivamente y fue a por ello. Y en esas está. Reciclando todo lo que aprendió de cuando fue Amada, para ejercer de Amante.

jueves, mayo 12, 2005

La especie humana...

A Kikí le gustaría darse un garbeo por el universo blog y detenerse un momento ante una dirección desconocida. Leer, reconocer y aprehender. Es decir, descubrir que alguien (en un rincón lejano) percibe el mundo como lo haces tú, sentir que es la narración de tu historia, conocer el final antes de saberlo. Descender con el ratón hasta el último punto y quedar pasmada, con la vista perdida ante el resplandor del ordenata. Pensando o sin pensar, como sedada. Con una paz que te restitutuye de todos los desequilibrios que sufre tu vida y una vaga intuición... ¡El alma gemela! Esa persona que nunca has encontrado pero que seguramente existe. La amiga que podría ser tu hermana, el hombre que podría ser tu amigo. Y la felicidad de poder compartir sentimientos comunes aunque provengan de experiencias divergentes. La tranquilidad del entendimiento, el calor del refugio. Sentirse resguardado en los márgenes de su página web... ¡Un auténtico tesoro que una vez encontrado nadie querría perder! Kikí ya ha descubierto el suyo, pero lo mantendrá en secreto para preservarlo. Cuán egoísta es la especie humana...

miércoles, mayo 11, 2005

A tomar por culo

Hay una cosa que Kikí no se deja hacer sino en contadas ocasiones y sólo por ciertos amantes. Esta exclusividad podría ser interpretada como un gesto de privilegio hacia ellos. Sin embargo, se trata más que nada de un sacrificio. En efecto no es que le entusiasme que le den por el culo pero es algo que les concede para complacerlos. La primera vez fue con un chico que hacía la mili. Ella le pidió que no se quitara el uniforme para follarla. Llevaba botas militares, pantalón y chaqueta de camuflaje y una bandera española a modo de brazalete en el bíceps derecho. No empezaron por detrás, pero luego ella se lo propuso advirtiéndole de que fuera poco a poco. Le gustaba experimentar... Sintió una presión mucho mayor que la que conocía cuando se la metían por el coño. Le dolía, pero notaba cómo él se excitaba más y más y eso la propulsó al orgasmo en unos segundos. Kikí le pidió su semen entre gemidos y él se corrió en su recto. Cuando salieron del baño de la gasolinera se estamparon de frente con un hombre cincuentón que se la meneaba frente al espejo. Kikí le dedicó una amplia sonrisa y terminó de abrocharse el suéter. El militar le agarró por el culo y le plantó un beso en los morros. Luego la llevó a casa.

martes, mayo 10, 2005

Diagnóstico

Tras escuchar el soliloquio de Kikí, el doctor dictaminó:
–Señorita Demont, tengo indicios para pensar que padece una dependencia maniaco–obsesiva cuyo objeto es el amante ése del que no para de hablar.
–¡No sea ridículo! –contestó Kikí.
–¡Hágame usted el favor, señorita! Usted camina asida a su bolso como si se tratara de una extensión de su amante, el apéndice imaginario que lo liga a él o, si me apura, el cordón umbilical a través del que se nutre. Después me dice que desde que ya no camina de su mano es como si tuviera una mano de más. Y para más inri necesita ocuparla constantemente con objetos de él como ese foulard con el que se venda la mano y que lleva colgando por ahí como un pendón. ¡Si eso no le parece desmesurado es que ha perdido la razón! –Kikí le miró con ojos golositos y boca de puchero.
–¡Y no haga así! Ambos sabemos que no es una cría pequeña.
–Entonces lo que necesito es verlo de nuevo –repuso ella entusiasmada.
–Lo que usted necesita es conquistar su individualidad. Y después ya tendrá tiempo de amantes bandidos que, por otra parte, es probable que no le aporten nada más que banalidad y ligereza… –Ella lo miró enfurecida:
–Gracias por su diagnóstico, doctor . –Kikí se apresuró a incorporarse del diván, cogió su bolsó y se fue dando un portazo. Sabía que el doctor tenía razón pero le costaba aceptar tantas verdades juntas.

lunes, mayo 09, 2005

La strada degli innamorati

Nada más bajar del avión Kiki sintió ese calor húmedo que le erotizaba tanto. Una ráfaga de aire le azotó en la cara y al instante recordó los sometimientos a los que se prestaba con su amante. El mismo que debería recogerla en la terminal B de Capodichino. Cogieron la carretera que conduce a Posillipo y aparcaron a la altura del parco Virgiliano, en la "cuesta de los enamorados". El nombre le viene dado porque es el sitio elegido por las parejas para aparcar sus coches y follar. La identificación entre echar un polvo de cualquier manera y estar enamorado entusiasmó a Kikí, que concebía ambas cosas como netamente diversas. De cualquier modo ahí estaban en medio de una noche arcaica. ¡Ella lo deseaba tanto! Era como pasar por una pastelería y ver su dulce favorito... Le parecía saborearlo antes incluso de llevárselo a la boca. Conocía su sabor y lo ansiaba con impaciencia. Su vagina estaba lubricada mucho antes que él hubiera comenzado a tocarla. Él la miró a los ojos, tomó su mano y la condujo hasta su paquete. Kikí comprobó que tenía la polla kilométrica de siempre y que le haría daño. Eso le excitó aún más. Los faros de los coches que deambulaban en busca de un hueco para fornicar iluminaban intermitentemente sus cuerpos semidesnudos. Un sudor sofocante los consumió hasta que Kikí acabó gimiendo como una puta... Por eso, según Kikí, lo mejor de los aviones es la bienvenida.

domingo, mayo 08, 2005

El símbolo

Hubo un tiempo en el que Kikí rehusaba de los adverbios de tiempo que designaban lo infinito, como el siempre o el nunca. Le daba miedo pensar en estos términos y, si podía, evitaba emplearlos. Según el doctor Tapia, esa era su manera de exteriorizar su temor a un compromiso irreversible consigo misma. Kikí no podía concebir cómo la gente se tatuaba símbolos sobre la piel porque era como dejar constancia de algo mayor que el propio hombre, algo que permanecería en sus cuerpos aún después de la vida. Como un epitafio. Después estaba la concepción personal de Kikí sobre el ser humano, según la cual éste no es sino la superposición de muchos yo; por lo que restringirlo a un sólo aspecto le parecía pobre y falso.
Hasta que un día Kikí se quitó el reloj en la intimidad, soñó una búsqueda en una estación en espiral, se tragó el semen, adoró un cuerpo y gozó su mente. Entonces se sintió preparada para afrontar la prueba definitiva y, desnuda frente al espejo, buscó el lugar indicado. La idea no era grabarse la inicial de su amante para proclamar al mundo que tenía dueño (su sensibilidad no concebía tales horteradas como propias) sino establecer un vínculo físico entre una determinación intelectual y la acción diaria de amar. Como se trataba del motor sobre el que reposaría su vida, necesitaba de un lugar corporal simétrico que sustentase su caminar; así que eligió la parte más baja de la columnna vertebral que además es próxima al punto energético de la pelvis. Al atardecer entró en la cabina de un maestro africano y se encomendó al rito de la tinta perenne.

sábado, mayo 07, 2005

Cuatro verdades

A veces las amigas de Kikí le hacen preguntas imposibles...
-Dame pruebas de que lo amas -le dijo Mimí en una ocasión. Kikí se le quedó mirando impasible y silenciosa. Se llevó la mano entre barbilla y nariz, y apoyó su cabeza sobre el dedo pulgar. Suspiró vagamente antes de la ennumeración:
-Cuando en la intimidad te quitas el reloj para darle la vida entera… Cuando tu inconsciente le busca entre sueños en arquitecturas no inventadas… Cuando te tragas su semen para declararte suya… Cuando adoras su cuerpo y gozas su mente… Basta con que conozcas una de estas verdades para poder afirmar que amas.

viernes, mayo 06, 2005

Ofrenda sacra

Esta mañana me he levantado tarde. Mientras esperaba el bus, observaba cómo dos chicas hablaban entre ellas con susurros. La morena era la que más gesticulaba mientras su amiga le miraba con los ojos como platos.
-El secreto -pensé entonces, y de repente me vinieron a la cabeza un montón de recuerdos: el peso del silencio, la angustia del custodio, el depositario y el lugar de la ofrenda.
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"...Tu llevabas el pelo recogido y una camiseta naranja muy chula. Me llevaste hasta lo alto de un parque desde donde parecía que dominábamos una parte del golfo. Frente a nosotros la ciudad, el mar y el volcán como trinidad necesaria para la Comunión. Te lo dije con el miedo difuso de perderte y encontré tu respuesta en un abrazo..."

jueves, mayo 05, 2005

Celebración

Recuerda Kiki la discusión que tuvo con unos clientes en la brasserie de Montmartre. De acuerdo con la rutina parisina era un día nublado y el cielo pesaba sobre las cabezas de los viandantes, gris como una losa. Se acuerda porque en aquella ocasión Monsieur Martin, conocido también como "Monsieur Pelic" por la desmesurada papada que descansaba sobre su pecho, se indignó cuando ella le llamó baboso. A Monsieur Pelic le sentó tan mal que solicitó al jefe de Kiki que la despidiera. Y ya se sabe que el cliente siempre tiene la razón; así que Kiki salió aquella tarde de "Chez Minot" y no volvió más.
Cuando Kiki llegó a casa, lo primero que hizo fue llamar a su amigo más íntimo. Estuvieron hablando durante unos minutos y luego ella lo invitó a cenar a su casa.
Hacia las 20:10 él le ofrecía su torso desnudo como abrigo del mundo exterior. Ella se abrazó a él y le acercó el cuello invitándole a que se lo besara. La amó con dedicación absoluta. Después, ella se acercó a la ventana y pregunto:
-Tesò, ¿ma dov'è la luna?
-Ahora te la busco -replicó él.

miércoles, mayo 04, 2005

Indentidad

A veces el valor del viaje no es tanto visitar tierras extrañas como ir al encuentro de sí mismo. Por eso Kiki ha debido ausentarse por un tiempo, sin saber muy bien si hoy por hoy es ella misma u otra. Decía Tina Modotti: "Siento que el problema de vivir incide profundamente en el problema de la creatividad artística". Eso mismo. No sé si la precariedad que dio pie al nacimiento de Kiki (y que ya no existe) puede llevarme a prescindir de ella. Me pregunto si la certeza y la serenidad son enemigos de la creación. Sin duda, Kiki ha sido una presencia necesaria en mi vida: la he narrado para explorarme a mí misma. Pero también la he compartido y sé que, como todo lo que amamos, no me pertenece enteramente. Mi metamorfosis podría incidir en la vida de ella. La cuestión es saber cómo. Os invito a descubrirlo a partir de mañana...